martes, 1 de enero de 2013

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA


           

           Inicia el nuevo año y estamos vigorosos y estimulados después de las fiestas de diciembre, para darle con todo.  Nos proponemos metas y objetivos y visualizamos en nuestra mente el final feliz que nos depara el destino para el final del año, si llevamos a cabo ciertos procedimientos necesarios.
          Sería muy interesante conocer los propósitos y objetivos de los demás y luego compararlos con los que hicieron el año anterior y analizar sus resultados.  Seguro nos sorprenderían las estadísticas de lo que se cumplió contra lo que se quedó a mitad del camino…

…Me voy a levantar temprano todos los días para salir a correr… (a caminar… mejor hago unos ejercicios aquí en casa… con unas cuantas lagartijas y abdominales basta… ¿Ejercicio? ¿Para qué?)
…Ya no voy a tomar refrescos… (bueno, nomás con las hamburguesas… y cuando vaya al cine… también con los burritos de la mañana… y a media tarde… y en verano…)
…Ya no me voy a desvelar con el Internet… (nomás cuando este muy interesante el chat en el “feisbuk”… y los videos de “yutub”… nomás checo mis correos… y los contesto todos…)
…Voy a leer un libro por mes… (está muy largo, mejor me lo hecho en 2 meses… tal vez en tres… ¿Dónde habré dejado el libro que estaba leyendo?)

           Y así, igual que estos ejemplos, podemos listar muchos más que tal vez olvidamos a mitad del año (sino es que en el primer mes), ya sea porque se pierde el interés, por falta de tiempo (más bien porque no nos damos el tiempo) o por falta de disciplina y perseverancia.
           Claro que estos ejemplos de propósitos son muy buenos si los llevamos a cabo, e impactan mucho nuestra vida porque tienen que ver con nuestra salud y crecimiento como personas.  Pero son exclusivos para la persona que los lleva a cabo.  Y en base a esto y a las observaciones que he hecho a mi alrededor he pensado: ¿Y que tal acerca de los propósitos que pudieran impactar no solo mi vida, sino también la de quienes me rodean? ¿Qué puedo hacer para lograr mejorar mi entorno? ¿Qué debo hacer para cambiarlo?

          He escuchado decir que los verdaderos cambios se inician desde adentro hacia afuera, así que primeramente debo cambiar mi propia vida para hacer que mi entorno cambie.  Ya sabes, como dice el dicho: “año nuevo, vida nueva”… muy acertado.  Obviamente mi vida va a ser la misma, no la voy a cambiar por la de nadie más, no me voy a convertir físicamente en otra persona, y no voy a cambiar de empleo, o de casa o de ciudad.  Hay algo mucho más profundo en ese dicho… Significa que debo ver mi vida actual de una manera diferente, con una actitud más positiva, con más ánimo, con más fe y esperanza.

           Constantemente estoy expuesto a diversos problemas.  Mi actitud ante ellos no debe ser de tragedia, sino de reto para salir adelante.  Dios es más grande que mis problemas y Él está conmigo cuando los enfrento, así como estuvo con David cuando enfrentó a Goliath.
          Muy seguido estoy expuesto a críticas y ofensas.  Las críticas debo tomarlas como puntos de vista externos que me pueden ayudar a mejorar lo que hago o digo.  ¿Las ofensas? Tengo el poder de rechazarlas.  Cuando alguien me quiere dar un regalo y no lo acepto, ese regalo sigue perteneciendo a quien me lo quiere dar.
             También van a hablar y a pensar mal de mí.  No debe importarme, porque lo que realmente importa es lo que Dios piensa de mí… Y el tiene pensamientos de bien y no de mal para mi.
          Seguramente caeré en la trampa de ofender a los demás ante ciertas situaciones, sobre todo a quienes más cerca están de mí.  No vale la pena perder una relación agradable por una situación intrascendente.  Debo cuidar lo que digo, sobre todo en momentos de enojo, porque las heridas producidas por las palabras difícilmente se borran.  Estas tienen el poder para edificar, pero también para destruir.
           Muchas de las situaciones por las que paso me hacen sentir mal, me deprimen, me decepcionan.  Yo tengo el poder de elegir estar contento y ser feliz.  La felicidad no es una condición externa a mi persona, es un estado mental que yo mismo me debo inducir pese a lo que ocurra a mí alrededor.  Las bendiciones que recibo de Dios son mayores a las situaciones adversas por las que pueda pasar: “Bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de Sus beneficios”, dice el Salmo 103:2.
          
           Se vale estar triste, se vale estar enojado, se vale estar deprimido, se vale estar angustiado… Dios puso en mí estos sentimientos para indicarme que debo estar al pendiente y mejorar mi actitud ante la vida, porque ésta es muy corta para desperdiciarla con malas actitudes.  

          Amigo, amiga, te invito a vivir tu vida felizmente, con una actitud positiva y con mucho ánimo.  Tú tendrás propósitos para tu vida, pero Dios tiene otros más grandes y mejores.  Deja que sea Él quien los lleve a cabo y que en este nuevo año que inicia derrame abundantes bendiciones en tu hogar y conceda los buenos deseos de tu corazón.
                                  ¡Gracia y paz, amigos!
Arnold Sáenz
arnold.saenz@gmail.com
http://www.mundovaquero.com
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